Si su primer poemario, Ecos del Alma, Manu Parra lo dedica al amor en todos los matices que su alma recoge y almacena, en este segundo libro, El mar que en mí habita, provoca un grito convertido en versos, en poemas en ocasiones desgarradores, en otros preñados de luz, en los que la mujer, la madre, son el único principio y fin. Es también una búsqueda, como ya sugiere la autora del prólogo, Paloma Blázquez, muy acertadamente. La muerte de una madre es una dolorosa y persistente herida que se siente en todo el poemario que, sin embargo, nos ofrece siempre una luz al final del camino.