Existen lugares donde el Paleolítico parece haberse detenido en estepas de primaveras lluviosas en un tiempo donde la libertad, humana y animal, aún tenía sentido.
Sin trabas ni tanganillos y una ley trashumante ancestral.
Lugares sin propiedad ni fronteras, solo topónimos dados por el restañar florido de primaveras excepcionales.
Pezuñas sin herrar en el barro y pies descalzos sin marcar veredas, pasos que no dejaban ruido, lugares de una época donde todo fue pasajero, desnudo y real.
Juanillo Saetón del Charco