Conocí los ríos Pisuerga y Carrión gracias a mi padre, Demetrio, que me inculcó el regocijo que supone vivir en armonía con la naturaleza, no en vano nació en la casita que hubo al lado de una ermita en Dueñas, Palencia, en la finca del Monasterio de la Trapa, justo a escasos metros de donde ambos contraen nupcias para seguir felices hasta el Duero por Valladolid.
Soy Juan Carlos Andrés Izquierdo, jubilado en plena actividad vital y activista medio ambiental comprometido.
Dedicado laboralmente al mundo del turismo y viajero infatigable sigo teniendo mucho respeto a volar. ¡Siempre he tenido alas, pero no consigo que me eleven!
Nacido Palentino del Sur, en Venta de Baños, vamos, venteño o ferroviario.
Mi amor por el río Pisuerga me hizo regresar desde las islas Canarias a Aguilar de Campoo, en esta incomparable Montaña Palentina y hoy al pueblo que me vio nacer, Venta de Baños.
Me satisfaría enormemente que este libro se leyera por muchos alumnos, adaptado a las edades, de modo que infunda en peques y jóvenes idéntico amor y sentimientos como los que yo obtengo cuando en los atardeceres, mediada la primavera, observo al pie de la puerta de mi casa varios gorriones comunes, avanzados volantones, siendo alimentados por sus progenitores con las migas de pan que cada día les echo. O ese zorro, erizo o chotacabras, a los que observo a la caída de la tarde moviéndose en busca del cotidiano alimento, al que contribuyo también, esperanzado de ver cada año más.
Espero compensar así el karma de tantos pobres pajaritos que matamos, mi padre y yo, de día y de noche, con escopeta de perdigones, cuando era un crío.
Nadie nos hablaba de ecología y de respeto y mimo a los animales, a las aves, a la vida natural.