Pasan los años y, con ellos, vuelan los recuerdos como vuelan las hojas del otoño. El olvido acaba adueñándose de la memoria, pero es el papel el que permite que pervivan esos recuerdos.
Hoy se despiertan aquí: vivencias, sentimientos, momentos reales o imaginados. Recuerdos agradables, felices y también tristes, convividos con familiares, amigos y hasta con desconocidos. Momentos compartidos con gentes que ya no están y que se proyectan hacia el futuro, hasta cuando la mano que los plasmó tampoco esté ya.
No esperéis aquí una obra literaria, unos poemas preñados de metáforas y pensamientos elevados. No; aquí todo es más terrenal, más humano y más vivo, con la sencillez de la vida de cada día.
María Pérez García nació en Riópar en 1929, en una familia numerosa, y le tocó cuidar de los más pequeños. Como en su memoria atesoraba un buen número de cuentos, de aquellos que se transmitían a lo largo de generaciones, les mantenía entretenidos en aquellas frías veladas invernales frente al humero y a la hora de dormir.
Han pasado muchos años y ahora es el papel el que recibe sus pensamientos e impresiones, aunque ya no son aquellos viejos cuentos, sino una especie de diario personal.