Durante toda mi vida he sido una sentimental de lágrima fácil. Empatizadora de las rupturas ajenas, nunca he sido de dejar nada por decir, incluso, a veces, he dicho demasiado. Empecé a escribir en un momento muy importante de mi vida, cuando tomé la difícil decisión de ser madre soltera. Escribía a modo de diario aquello que no podía decir por miedo o, mejor dicho, por miedo a la incomprensión.
Creo que amar y ser amado es el sentimiento de felicidad más bonito que existe, pero también estoy segura de que todo tiene un principio y un final