—Hola, Manuela./
—Hola, Frutus./
—Se preguntará usted para qué he venido hoy a Chinchilla./
—A mi edad yo ya no me pregunto na. Me da igual pa lo que hayas venío. Siempre me da mucho gusto verte./
—El gusto es mutuo, Manuela. Pues mire, le cuento. La gente de la Asociación Repalandoria.../
—Ahí están la Tere de Pelendengue y la Antonia de la Negrita, ¿no?/
—Sí, y también Maritere, la hermana de Felipe el frutero... pues le decía que estamos escribiendo otro libro./
—¡Anda! Pos mu bien que hacéis, que el otro, ese de las falaguerías, os quedó muchismo bien. Y este libro de ahora ¿va también de falaguerías?/
—Bueno, no exactamente. No va de palabras típicas chinchillanas, sino de sucesos que ocurrieron en Chinchilla, centrándonos sobre todo en los años cuarenta, cincuenta y sesenta./
—Pues avísame cuando lo saquéis, porque será una joyica para recordar todas las cosas de Chinchilla y cómo se vivía al lado del Albacete de entonces./
—Eso está hecho, Manuela.