El último brote de polio en España nos dañó a los nacidos entre 1950 y 1964. El franquismo negó la epidemia y cifra de contagios porque sabían que podían evitarse. El dinero se gastaba en las obras del Valle de los Caídos y, para no afrontar la realidad, decían que España no podía sufragar un coste de 600.000 pesetas por niño, cuando en realidad las tres dosis de la vacuna completa costaba 27 pesetas.
Hoy no puedo dejar de pensar que mi vida, salud y futuro, para los que mandaban, no merecía emplear ni 27 pesetas, calderilla disponible para los hijos de las familias adeptas al régimen, a los que sí que protegieron.