Supongo que sería fácil resumir la historia de mi vida; nací hace 28 años, crecí, lloré, reí, estudié periodismo para no dedicarme a ello, hice amigos, amé, caí, me levanté, volví a caer, trabajé en demasiados sitios y en ninguno… y ahora, hoy mismo… digamos que me mantengo en proceso de convertirme en persona, aprendiz de ser humano que lo llamo yo.
Hace muchos años un buen amigo me regaló una frase: “Vomitar palabras es terapéutico”. Desde aquel día no he dejado de vomitar frases sin sentido, estrofas, palabras que, sin pausa y (muy a mi pesar) sin pauta, salían poco a poco de mi pluma para plasmarse en un folio, una servilleta, un documento de Word.
Eso es lo que recogen estas páginas. Años y años de vomitar palabras que me cuesta hacer salir de mi boca pero que surgen cuando las meigas, las ganas, la tristeza o la alegría me desbordan dejando sin tinta los bolígrafos que tengo en el escritorio.
No le busquéis más explicación… Simplemente me apetecía hacerlo. Pero ya lo dice el título; no pretendo hacer poesía, sólo dejar que fluyan los sentimientos.
Toñy Espada