En Mis relatos manchegos el autor hace una recopilación, en clave de humor, de una serie de narraciones cortas relativas a hechos reales, la mayoría de ellas vividas en primera persona.
Le sirven de pretexto, a su vez, para hacer una semblanza de algunas costumbres y tradiciones del lugar en que ocurrieron los hechos, por lo que, en cierto modo, constituyen una pequeña crónica local de los años 40 y 50 del pasado siglo.