“Fuimos compañeros una vez hasta que el destino decidió separarnos. Años más tarde, nos volvimos a encontrar, pero no en el mismo bando. Siempre fue un hombre de mirada tranquila, espada afilada y culo de mal asiento. En muchos rincones del imperio el nombre del hijo de Anemido, se pronuncia con respeto y, no pocas veces, con miedo. Muchas historias te podré contar de él, joven noble, pero debes prometer guardarlas para ti. Escucha con atención, pues ningún otro niño de Roma ha escuchado nunca la historia de Vado Nebira, el carombo.”