Ante el temor a la inminencia de los asaltos a las juderías en junio de 1391, Salamó, un sicario judío de Toledo, es liberado de su cometido por su rabino y huye hacia tierras del sur. Presencia la matanza de Sevilla, donde salvará al párroco Don Lorenzo de una muerte segura. Bajo el nombre del caballero Don Gonzalo Ruiz, se establecerá, merced al vínculo de gratitud recién contraído con aquél, en la incipiente villa de Castil Blanco. Ante sus ojos desfila la cotidianidad del lugar y de su alfoz, alterada a menudo por las noticias de fuera, las rencillas, las intrigas, los afanes y los miedos de sus moradores. Su existencia se debatirá entre la venganza por una causa perdida, los vínculos con los conversos, la última voluntad de su mentor y la posibilidad de forjarse un futuro como caballero cristiano ante la desconocida llamada del amor. Todo ello entre la tozudez , la violencia y la crueldad de una sociedad, no tan lejos de la nuestra, siempre convulsa.
Hacer creíble la cotidianidad de una villa -Castil Blanco-, su existencia, su realidad, su discurrir en una época remota y turbulenta, manteniendo sus constantes vitales, transmitidas en los comportamientos y en los modos de sus moradores. Se urde así una visión retrospectiva y subjetiva de mis conversaciones con las piedras, como exclusivos y privilegiados testigos presenciales. Pueblo y pobladores sólo son supervivientes que se esfuerzan en perpetuar el día a día, en la búsqueda de la eternidad de lo momentáneo. Todos son perdedores. Es difícil encontrar en la novela algo o alguien que no oculte, que no pierda, que no se esconda de otros o de su conciencia. Las vidas son las derrotas de cada jornada, la pérdida de la integridad en una huida hacia adelante. Todos juegan, todos pierden. La ilusión de mejorar en cada armisticio les permite continuar hacia la muerte. Sólo la piedra permanece, porque soporta la humillación de la memoria.
Balbino Manuel Macías López (mayo de 1958), natural y vecino de Castilblanco de los Arroyos, ejerce de maestro de escuela en su pueblo desde mediados de los años 80. Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla. Es autor de las obras “Castilblanqueños: 80 años de historia gráfica” (3 tomos) y de “El contador de leyendas de Castilblanco de los Arroyos”. Ha publicado varios ensayos, artículos y poemas en revistas especializadas. La escritura solo le supone un entretenimiento. Sus aspiraciones son pasar desapercibido y estar tranquilo: vivir la vida sin demasiado ruido; no maquillar con presunción las torpezas que natura le otorgó.