En tiempos en los que se ha vuelto a encender la llama que separa al sentimiento patriótico del universal, es preciso un exceso de reflexión sobre la inoportunidad de malgastar el orgullo reducido en los símbolos nacionales. Cuando la identidad humana no traspasa las fronteras físicas, a cualquier país le sobran las murallas para convertir en presos a sus ciudadanos. La libertad de pensamiento no es lo mismo que el pensamiento libre. Es aquí donde radica el énfasis que a través de este libro el propio autor nos quiere ofrecer: “Cada mujer y cada hombre se libera y se encierra, no cuando traspasa una muralla física, sino cada vez que piensa, habla y actúa”.
José María Victoria es un andaluz nacido en Canarias. Quizás por eso ha entendido que reducir el orgullo al ondeo de una bandera es empeñarse en no alargar su pensamiento, su razón y su moral. Como el propio autor afirma, su familia, amigos y un universalismo radical, son lo que él es. Nada más, ni nada menos.