Imágenes y letras que dibujan palabras, acompasadas por el sonido que silba el viento, mientras, desde el horizonte, rasgando el invisible velo, emerge una estela cálida y luminosa.
Nací en un mes de abril, en 1954. Si de cifras se tratase me parece mucho tiempo... sin embargo, en mí cohabitan esa niña pequeña de flequillo y trenzas; la adolescente que, como presa de un tornado, participaba en revueltas y manifestaciones y quien, con sus idas y venidas de Londres, iba descubriendo el caleidoscopio humano compuesto por colores y sabores, lenguas y etnias, con esa mujer, madre y abuela hoy, que se ve reflejada en todas y cada una de las miradas que componen este libro que ahora sostienen tus manos.