Nos va mostrando la autora, con lenguaje sencillo y coloquial, retazos de su infancia y adolescencia, imprimiendo al relato, en aquellas descripciones dolorosas, un toque poético con ligeros matices de musicalidad. Son armas que utiliza para suavizar el dramatismo de su contenido.
Van brotando a borbotones los recuerdos tanto tiempo escondidos. No del todo olvidados, sino en un duermevela y al renacer toman vida. Salen de la memoria, quieren contar su historia, que aquí está.
El sentimiento es el motor que mueve toda la narrativa del presente libro, divertido en ocasiones, triste y melancólico a veces, más siempre el Sentimiento, que al decir de María Zambrano- “alguna forma de saber será”.
Nace la narradora en un pequeño pueblo aragonés. Se traslada a Madrid, donde vive en la actualidad.
Como gran parte de la familia de su generación, sufre los avatares de la Guerra Civil, tocada trágicamente en ambos bandos, lo que le confiere una equidad y libertad de criterio en el manejo de las ideas.
De una familia modesta, pero amante de la lectura, de la música y la pintura especialmente, deriva su interés por la literatura, que practica como autodidacta, como asimismo sus ansias de escribir adquirida a través de la lectura de los grandes maestros.