La observación entre las tinieblas de esas extrañas siluetas, llenó de pavor a los perros, que comenzaron a aullar y a gruñir. Estaban frente a una manada de lobos que se acercaba despacio, muy despacio. Seguramente habían seguido el rastro de sangre que fue cayendo del trineo durante el regreso a casa.
La observación entre las tinieblas de esas extrañas siluetas, llenó de pavor a los perros, que comenzaron a aullar y a gruñir. Estaban frente a una manada de lobos que se acercaba despacio, muy despacio. Seguramente habían seguido el rastro de sangre que fue cayendo del trineo durante el regreso a casa.