Según el sistema de los cuatro elementos, mezclas diversas de tierra, agua, aire y fuego componen el hombre, el mundo, con sus plantas, animales y piedras, y el cielo, con sus planetas y sus signos. Y sobre esa base natural se asientan las artes más importantes: la de convertir cualquier metal en el más sublime; la de devolver la salud al cuerpo enfermo; y la de desvelar los sutiles influjos de los astros en el aspecto, en el carácter y en el comportamiento de la gente.
Ningún gran filósofo antiguo sintió la necesidad de plasmar este sistema en un tratado. Con toda seguridad, por básico y conocido. Pero lo cierto es que el sistema de los cuatro elementos se mantuvo vigente durante muchos siglos. Eso lo convierte en uno de los pilares indiscutibles de la cultura tradicional.
Xosé Ramón Mariño Ferro es profesor de antropología cultural en la Universidad de Santiago de Compostela. Autor de más de treinta monografías, se ha especializado en el análisis de las creencias y del simbolismo de la sociedad tradicional europea. Su libro más reciente es el Diccionario del simbolismo animal (Ediciones Encuentro).