De pequeño el único regalo que tuvo Daniel fue el cubo de Rubik.
Se pasaba las horas encerrado en su habitación intentando resolverlo pero su frustración era cada vez mayor, alimentada por el desprecio de su padre.
Centrado en resolver el cubo cada vez más rápido y con menos movimientos, comienza a ver a las personas que le rodean como colores, y les asigna un color distinto: el blanco para los desconocidos, el amarillo los amigos, el rojo el amor, el naranja su familia, el verde su trabajo y el azul las personas de su pasado.
Pero lo que podría ser tan solo un método o una metáfora se convierte, llevado por su obsesión, en algo más peligroso...
Julia Clara de la Torre Arriero (Madrid, 1986) desde pequeña desarrolla el gusto por la escritura, sobre todo de relatos cortos. Con los años, el cariz de sus historias se torna más macabro, violento y perturbador. Ha sido alumna de La escuela de escritores y Fuentetaja, ambas en Madrid.