Está novela está basada en hechos reales. Cuenta la vida de dos andaluces enamorados, en una época en la se pasa hambre y las familias no tenían nada para echarse a la boca. Una época en la que los niños con ocho años y menos trabajaban en el campo con sus padres y no podían ir al colegio, porque para la recolección del algodón todos valían. Los niños también tenían que trabajar en la recogida de la aceituna y granar maíz en las eras, o quitar hierba en los trigales. Había muchos trabajos en los que los niños tenían que arrimar el hombro en lugar de ir al colegio.
La mayoría de las familias tenían de seis a diez hijos y muy poco espacio para vivir. Las casas eran de vecinos y habitaban unas cinco familias mínimo, aunque llegaban hasta diez o doce la mayoría. Se bebía agua del pozo y por aquel entonces no había cometido en las casas, sólo algunas tiendas, donde compraban y le fiaban hasta final de mes. Las tenidas y los cantaros eran de barro y costaban una perra gorda.
Las casas eran la mayoría de dos plantas con un patio y en el verano los chicos y chicas se reunían para jugar y, como no podía ser menos, también había peleas entre ellos en la que intervenían a veces los padres.
Era todo muy complejo, había familias que ponían un puchero y, cuando se descuidaban, le quitaban la pringá, que se compone de tocino, morcillas, hueso y un poco de carne de cerdo, que era todo pitraco. Era una cocina pegada al corral de las mulas y allí guisaban todos los vecinos y había muchas discusiones. También existía mucha envidia, pero cuando llegaba la Nochebuena todo se olvidaba, era lo más bonito de todo. Se reconciliaban y entre todos hacían la fiesta y cada uno ponía lo que podía. Pero, a partir del 1995, todo cambiaba: había menos reconciliaciones y más independencia entre las familias. Pero el que tenía buena amistad, la conservaba para toda la vida. Esta historia es parte de Andalucía y los andaluces y seguirá existiendo toda la vida.
Éste es el entorno en el que se enamoran nuestros dos protagonistas, Mariam y Francisco, cuyo amor superará todos los obstáculos que les irá poniendo la vida y con el que, a base de esfuerzo, conseguirán formar una familia con unos valores sólidos y unos lazos estrechos.
Juan Salgado Soto, escribe estas cuatro líneas acerca de su vida para contarnos que el deseo de su vida siempre ha sido estudiar y aprender todo lo que podía, sin embargo, no pudo hacerlo porque era el mayor de nueve hermanos y, por desgracia para él, tuvo que trabajar para ayudar a sus padres y sacar adelante a su gran familia.
Le gustaba leer historietas de El Jabato y el Guerrero del Antifaz y novelas de Marcial Lafuente Estefanía, con las que aprendió a leer por propia voluntad. Mientras, trabajaba en el campo, como albañil, en pintura y, hasta su jubilación, como mecánico. Actualmente, dedica su tiempo libre a escribir historias, lo que confiesa que le hace muy feliz.
Su primer título publicado fue Mentes cautivas.
