Vendimiando en Tobarra me hice un hombre y abandoné los cuchicheos. Parientes de derechas, de izquierdas y centro. Lecturas tempranas de Bakunin. El Monastrell fraguó el encofrao. A veces volcánico, otras esquivo, insolente, nunca dócil. Áspero, resistente. Para apaciguarme necesitaría ausentarme cinco años en barrica. Al final de la película soy un digno descendiente de las primeras tribus pobladoras de la meseta tobarreño-jumillana, los Súlfidos y los Brómuros que, como ya señaló mi antepasado el historiador Rogelio de Flor y Quesada, fueron nigromantes y oportunistas. Insisto, YO SOY MONASTRELL.