Miguel tiene 13 años y vive con sus padres en un ambiente triste y hostil, ausente de cariño. Encuentra en las historias de su abuela Ángela un cálido lugar donde refugiarse. Por las noches se escapa, por el árbol que hay junto a su ventana, al barrio de los graffitis. Nunca ha visto a nadie por allí y cuando vuelve a casa tiene extraños sueños. Pero un día su abuela ingresa en el hospital y Miguel ve como su mundo se torna cada vez más oscuro. A partir de entonces buscará desesperadamente en los graffitis la manera de salvar a la familia de un trágico final al que parece que está predestinada.